

Acompañar el crecimiento de un árbol o cultivar un bonsái.
Esta es la valiente decisión que debes tomar cuando formas parte de la cadena de desarrollo de talento.
Todos tenemos seguro un árbol en la memoria, deslabazado y asimétrico. Un cotilla grandullón que inunda con sus hojas el resto de árboles del jardín, o quizás del bosque, pero único e irremplazable, hermosamente imperfecto, y que nos ha dado sombra o cobijo ni sabemos ya los días.
Es del todo probable que la fuerza de sus raíces le hicieran crecer con vigor desmesurado, siguiendo a un engañoso sol que lo hiciera virar de camino muchas veces.Torcido y vuelto a retorcer, encontraría seguro la ayuda de alguien que le permitió crecer, apoyándose en esa fuerza, respetando su camino, acompañándole exactamente hasta donde se había propuesto crecer, manteniendo con su actuación toda su potencia natural.
En todo este relato, es evidente que el protagonista de su crecimiento es el propio árbol.
Cuando uno cuida y cultiva bonsais debe aprender todo un conjunto de técnicas precisas de estilizado. El espacio de crecimiento del árbol queda reducido a un pequeño recipiente. De esta forma se reduce su capacidad de absorber nutrientes, sus recursos para traspirar recogiendo la humedad del suelo y la posibilidad de desarrollo de sus raíces.
Sin duda se trata de un arte. El fruto son árboles en miniatura, de una hermosura evidente, pequeños trozos de naturaleza. Simétricos, equilibrados.
En este caso el protagonista del crecimiento del árbol es el arte, y por tanto, el artista.
Acompañar a un árbol en su crecimiento extraordinario es pura filosofía de coaching. Exige un elevado componente de omisión del ego, una humildad puesta al servicio de la fuerza de las raíces del árbol, de su necesidad de crecer, quién sabe si más a lo alto o más a lo ancho. Supone ser valiente, generoso, sincero y empático. Actuar con intuición y precisión para estimular la reflexión y la consciencia individual.
El talento, como el liderazgo o los equipos son todos ellos árboles de raíces fuertes, a los que solo veremos alcanzar todo su potencial relajando el deseo de ser los artistas de su proceso de crecimiento y anteponiendo la sorpresa de lo que, en modo coaching y respetando su protagonismo, seguro nos harán sentir bajo su sombra o a su cobijo.
Si en algo te inspiró esta metáfora, fuiste solamente tú quien recorrió ese camino.
Así que, siéntete árbol y confía en tus raíces.